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10 ¡Destruida ha quedado Jerusalén!
¡Hasta las madres más cariñosas
cocinan a sus propios hijos
para alimentarse con ellos!

11 El enojo de Dios fue tan grande
que ya no pudo contenerse;
le prendió fuego a Jerusalén
y la destruyó por completo.

12 ¡Terminaron entrando a la ciudad
los enemigos de Jerusalén!
¡Nadie en el mundo se imaginaba
que esto pudiera ocurrir!

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